Por fin estamos de vuelta y tenemos un poco de tiempo para
escribir lo impresionante que ha sido la experiencia del Humla Karnali.
Cuando hablamos del Humla, nos tenemos que ir hacia una zona
muy remota, donde las carreteras no llegan y donde la gente permanece un poco
más aislada si cabe que en el resto de Nepal. Estamos en la parte Nor-oeste del
país, cerca de Tibet, y donde las montañas desordenan una extensión de 400km. Durante
las revueltas maoístas esta zona ha permanecido hermética y en la actualidad
podemos decir que no tiene apenas influencia por el turismo. La región está
salpicada de pueblitos pequeños, poblados por ganaderos y agricultores que
tratan de hacer crecer el arroz y el maíz.
La abrupta geología obliga a los comerciantes a moverse pos
pequeños y finos senderos que cruzan la montaña arriba y abajo, moviendo la
carga ayudados por pequeños caballos, burros o incluso cabras que portean sacos
de semillas de 10 kg.
Para nuestra aventura decidimos dejar de lado la opción de
viajar en avión, ya que consideramos que la actividad podía ser más completa si
lo realizábamos por tierra. Lo haríamos a la antigua usanza, con caballos o
porteadores.
De compras en el supermercado, harina, arroz, azúcar... todo a granel, barato barato!!! |
los niños aprovechan cualquier lugar para echarse una cabezada. Mientras Didi prepara un Dhal Bhat para cenar, los peques descansan junto a nuestros kayaks. |
Todos quieren montarse en los Dunga, usarlo de columpio y salida a los turistas. Somos la atracción del día. Hasta la policía viene curiosa a preguntar si tenemos hijos o si estamos casados. |
Preparando el material para marchar al trekking. Final del viaje en furgonetas. |
EL TREKKING
Comenzamos nuestra actividad con la aproximación. Nos
presentamos en Gamgadi como unos completos felicianos
pensando en contratar porteadores allí, negociar unos caballos y caminar
durante 4-5 días hasta la ciudad de Simikot. Sin embargo el tamaño de los
caballos imposibilitaba totalmente nuestro plan. Los kayaks excedían el volumen
que estos podían cargar y nadie estaba dispuesto a cargar con las Dunga de los turistas.
Estábamos solos, pero no nos daba miedo… Ilusos… De esta
manera comenzamos el trekking con los kayaks en la cabeza, porteando nosotros
como habíamos hecho en el Modi Kola. El kayak llevaba dentro toda la ropa de
campamento, sacos y esterillas, comida y el material necesario para el río. En
total unos 40kg, el peso justo para machacarte los hombros…
Comenzamos descendiendo hacia el Mugu Karnali, uno de los
afluentes más importantes del Humla, y pronto nos dimos cuenta de que la hazaña
iba a ser imposible para nosotros. Las subidas dividieron el grupo, el
cansancio dio paso a los calambres y Asier acabo cayéndose con el kayak atado
al cuerpo y rompiendo la pala. Necesitábamos la ayuda de los locales pero
primero debíamos llegar a algún lugar, descansar y negociar allí nuevamente.
Esta vez con conocimiento de causa, sabiendo lo que es portear los kayaks
durante un día y dispuestos a pagar un poco más de la cuenta. Sin los porteadores
el viaje se iba al garete y el sueño del Humla se desvanecía.
A la mañana siguiente
4 fuertes jóvenes esperaban impacientes para comenzar el viaje. Probaban
mil maneras de cargar el barco, imitaban nuestra manera de llevarlos, probaban
a ponérselo en la cabeza, pero todo les parecía raro. Y es que llevar un kayak
es muy incómodo y con el tamaño de los nepalis el kayak les doblaba la
estatura. Golpeando en el suelo partieron rumbo a Simikot. Después de caminar una hora decidieron llevar el kayak de lado y utilizar hombros y cabeza, un mix entre su estilo y el nuestro.
De esta manera fuimos atravesando puertos de montaña. Pasamos altitudes superiores a 3400m y a continuación bajábamos hasta los 1500. A veces parece ilógico que los caminos hagan ese sube y baja en vez de un rodeo, pero cuando te das cuenta de lo que cuesta dar un rodeo en el Himalaya comprendes que los caminos bajen.
Durante 6 días, caminamos en busca de las fuentes del Humla Karnali. Buscábamos llegar a la ciudad de Simikot donde los ríos Chuwa Kola y Humla Karnali convergen. Allí trataríamos de investigar estas dos fuentes para añadir un tramo extra de río a nuestro viaje.
Por el camino dormimos en casas locales, hoteles rurales que utilizan los comerciantes de Gingsen para hacer un stop en el camino. En muchas ocasiones en habitaciones comunales, junto con gallinas, cabras u otros nepalíes. En otras ocasiones en el suelo. Es curioso como en esta zona del país a todo el mundo le toca trabajar, y personas, caballos cabras e incluso ovejas, hacer de porteadores en una procesión de sacos de raíces hacia el aeropuerto de Simikot. El camino es tan duro que toda ayuda es poca.
A Nuestro paso encontramos solamente a un grupo de estadounidenses que venia de Simikot a hacer nuestro camino a la inversa. Apenas se conoce esta zona aunque realmente sea la esencia de Nepal, según cuentan los locales, el origen de la cultura nepali, de donde viene el idioma y la tradición. Casi nadie habla ingles y las costumbres locales siguen muy arraigadas.
Fijarse en las mochilas que llevan las cabras porteadores. Rebaños de 30-40 cabras ayudan a los comerciantes a transportar gyngsen desde los lugares de recogida hacia el aeropuerto de Simikot. Los indios compran la raíz a muy buen precio. |
El Loti Karnali, un bonito clase IV llega se une con el Humla en Sali Salha. Un río que cuenta con muy pocos descensos debido a su situación y su cercanía al Humla, un viaje más atractivo.
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Conforme avanzábamos hacia Simikot era muy fácil observar un cambio en el paisaje, vestimentas y costumbres. Estábamos acercándonos a Tíbet.
La ocupación de China en el Tíbet hace prácticamente imposible realizar un viaje con el que siempre he soñado, y para navegar por el Tíbet tendríamos que pedir un permiso carísimo, dejar un deposito de dinero por si nos portábamos mal y mientras, deberíamos pagar los honorarios de un guía chino que nos acompañara durante todo el viaje. Como íbamos a bajarlo en kayak?
Cuanto más nos acercamos a la frontera encontramos más controles y preguntas. Nosotros que NO llevamos el pasaporte para no perderlo en el río, cosa que nadie entiende aun hoy en día, tuvimos apañárnoslas con un carnet falso de fotógrafo, una fotocopia del pasaporte, un carnet de conducir y una foto de un carnet de identidad. Esto me lleva a una anécdota en la cual tuvimos que visitar a la policía de Gamgadi para dar explicaciones de porque no llevábamos el pasaporte. Avisados por radio por otro grupo de policías nos estaban esperando. Donde vais, quienes sois, donde está vuestro permiso, por que no llevas guía.... preguntas que presuponían que nuestro viaje iba a llegar a su fin. pero esas preguntas acabaron cambiando de tono y se convirtieron en, estas casados, tenéis hijos y... podemos hacernos una foto con vosotros....
Miguel, un vasco que reside en la zona de Humla acabó por echarnos una mano, mientras se preguntaba que tipo de personas no llevan el pasaporte por un país como Nepal, explicaba a los policías que no éramos gente peligrosa. Bueno como siempre pasamos. Cuando abandonamos la comisaría el jefe nos dio su teléfono por si teníamos problemas con otros policías para que le llamara personalmente a el y nos evitáramos problemas. realmente disuadió a mas de un elemento que encontraríamos por el camino en el futuro.
Por fin y después de mil anécdotas llegamos a la zona de Simikot.
El chuwa Kola a la llegada a Karpunath, confluencia con el Humla Karnali |
Chuwa Kola afluente del Humla Karnali. Estuvimos explorando este tramo de río para poder añadir 2 días a nuestra expedición pero encontramos muchos caos de rocas infranqueables que no hacia nada atractivo el descenso. aquí dejo una de las partes más bonitas del río. |
Samir a la llegada a Karpunath en la confluencia del Humla y el Chuwa, abajo de la ciudad de Simikot y donde comenzamos el descenso. El fue el porteador de mi kayac y estoy muy agradecido por su trabajo. |
La llegada a Karpunath, a los pies de Simikot. Los sacos son raíces de Gyngsen que esperan para ser transportadas al aeropuerto y posteriormente a la India. |
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